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Crítica de la serie "LA unidad" (1ªt)

Actualizado: 6 abr 2022


Imagen de la miniserie "La Unidad".


Primera temporada de una miniserie formada por 6 capítulos. Un thriller policial que trata sobre un grupo de personajes que conforman una unidad antiterrorista de la Dirección Adjunta Operativa (DAO) del Cuerpo Nacional de Policía (también la hay en la guardia civil). Lo cual es muy interesante porque han descubierto un ámbito de la policía diferente, muy poco explotado cinematográficamente y que da mucho juego.


A lo largo de la historia nos lleva a varias localizaciones, entre ellas varias ciudades de España a Francia, Nigeria, Siria o Marruecos.


Los primeros segundos del metraje nos encontramos en Melilla, donde se ven dos actores de reparto interpretando a dos jóvenes de origen riffiano, hablando en castellano de sus cosas, en su entorno social, con una naturalidad sorprendente, reflejada tanto en guion como en la actitud corporal de estos actores. Tan solo en estos segundos ya se determina la calidad que va a continuar durante toda la producción.


En el elenco se encuentra el actor Luis Zahera, que con una interpretación más que magistral defenderá su merecido Goya. Su personaje aporta un toque exótico dentro del reparto con su acento gallego, proporcionando a la historia un toque de color y realismo con un personaje metódico, jerárquico y cercano en su círculo social. Realizando una de las interpretaciones más empáticas que puedan verse en la serie (por ejemplo, escena en Sala de Operaciones, minuto 26 del primer capítulo, celebrando junto al resto de compañeros la captura de un peligroso terrorista).


El toque exótico también lo proporciona otro de los personajes principales “Marcos” tiene un acento argentino que llega a chirriar… sobre todo con expresiones como “la concha de tu madre” en boca de un inspector del cuerpo nacional de policía… Aunque esto es totalmente necesario si se quiere conservar el vínculo con la historia del personaje.


Los perfiles más logrados, según mi criterio personal, son la de los personajes interpretados por Hamid Krim, Marián Álvarez y por supuesto el talentoso Luis Zahera.


Esta producción no escatima en proporcionar los argumentos necesarios para reflejar cada detalle de la historia (para que no se pierda el espectador en ningún momento).


Los personajes combinan en armonía sus implicaciones profesionales en sus vidas personales, logrando intimar con el espectador de manera humana y singular, con una actitud apropiada a cada personaje independientemente del rol y del tipo de policía, jefe, confidente, terrorista… que tenga asociado.

Además, se estructura perfectamente a los personajes desde los primeros momentos de su presentación, dejando bien marcada su personalidad, inquietudes e intenciones, dándoles mucho juego en sus diferentes entornos dentro del argumento.


Se muestran diferentes cuerpos policiales; GEO, Gendarmería (Marruecos), RAID (franceses)… con sus peculiaridades y características populares deontológicas.


El guion forjado en la inteligencia emocional, creativo, es humano y engancha.

Encontramos conversaciones divertidas como la que mantienen la madre “Carla” y su hija (niña de unos 11 años) “Lua”, en el capítulo 3 en el interior del coche.

Conversaciones profundas y reflexivas… como la del capítulo 6 en la que “Marcos” lanza la siguiente premisa;

“Yo no soy policía para salvar mi reputación, estamos aquí para salvar vidas” (Una frase muy bonita que contrasta con la triste percepción demonizada sobre la policía en otras producciones).


También se nota la implicación de asesoría especializada por parte de profesionales de la seguridad en este guion, ya que existen en el texto conceptos de vocabulario técnico o argot que denota gran conocimiento en la materia, por ejemplo; “poner un rabo” significa colocar baliza o dispositivo de seguimiento. "Desplegar dispositivos libélula" (pequeña aeronave de vigilancia). "Caravana configurada" (Composición de orden en caravana en el transporte vehicular). “Copiado” (“recibida transmisión” en contestación al mensaje por radioteléfono o emisora), etc.


Tenemos conversaciones muy emotivas, el aporte de multitud de actores de pequeñas partes que enriquecen las escenas interactuando con los personajes. Por tanto, una decisión realmente acertada recurrir tan frecuentemente a estos actores.

Hay también algunas conversaciones que se escuchan en "OFF" de fondo, que realzan el ambiente.


Guion muy bien documentado, al igual que el arco argumentativo que nos muestra desde el modus operandi Yihadista en la trata de blancas, como la captación de reclutas y el funcionamiento interno de las células terroristas hasta, por ejemplo, método de trabajo de los cuerpos de seguridad en el proceso de la información en ámbito del ciberespacio.


Las ambientaciones están muy logradas. Tenemos una de las fortalezas de la organización yihadista Boko Haram con detalles en su vestuario, comportamiento y armamento. Hasta incluye escena con ejecuciones, representando fielmente su realidad sanguinaria.


Una fotografía brutal que utiliza recursos de todo tipo para cubrir con elegancia cada secuencia, la cámara a hombro está casi siempre presente y favorece la toma de planos que también se lució junto al trabajo de posproducción con una escena en concreto en la que se representaba una escaramuza urbana del ejército sirio contra tropas del Daesh, tomando planos detalle bien marcados de la batalla sin defecto aparente en ellos, dejando reflejada toda la realidad posible ofrecida por el gran trabajo de la figuración y especialistas, planos secuencia y cambios de tomas de acción cada 3 segundos … Nada que envidiar al sistema de Hollywood.


El departamento de Arte a la altura de esta producción, siempre atentos a los detalles.


Ahora vemos los matices en las escenas de intervención policial:

En el primer capítulo muestran a la unidad RAID (homologo GEO, pero francés) derribando una puerta con ariete, ese derribo es perfecto, el figurante o especialista sabe el procedimiento y el uso, golpea con brío como debe y donde debe (no es usual saber esto).


Seguimos en Francia, estamos en un atentado bomba en una estación de transportes con usuarios por la plataforma de acceso… el personaje terrorista se inmola y tras la explosión la figuración no reacciona de manera creíble, más como zombies que como víctimas de tal explosión. No se transmite histeria, se pierde intensidad.


Escena de atentado con vehículo ariete (arrollamiento) en pleno centro de Madrid desde Gran Vía (atravesando calle Preciados) hasta Plaza del Sol. El terrorista se monta en una furgoneta y arremete contra los transeúntes de la calle… el plano es único a lo largo de la acción, con plano fijo centrado en el conductor a través del cristal delantero del furgón, si bien de vez en cuando, algún objeto o silueta aparece lanzado contra el cristal, si bien, se intenta transmitir la emoción del terrorista en ese momento, se echa en falta alguna imagen exterior, al menos un especialista siendo arrollado o algún plano similar. A los pocos segundos el conductor atraviesa la calle hasta Plaza del Sol, se baja del furgón (plano secuencia) y continúa la masacre, escopeta en mano disparando, allí se encuentran dos policías que reaccionan de manera perezosa y terminan abatiéndolo. Dejando un reguero de victimas tras su paso esparcido por la calle.

De igual modo que he alagado esta serie siendo objetivo, se mantiene en esta crítica constructiva, ya que esta escena ha sido un tremendo desperdicio, contar con una de las calles más emblemáticas e importantes de la capital, con una cantidad ingente de figurantes, con un montón de recursos y no sacarle provecho… es una pena. El último plano con las víctimas y algunos ciudadanos auxiliándolas en el suelo no es limpio (no se le ha sacado realismo), pareciéndose más a una escena de “serie B” que de una producción de nivel como esta.


En alguna escena es necesaria presencia de bastante figuración como policías, por ejemplo, el asalto y registro de una casa en la que se ocultaban terroristas, o de personal sanitario, policía y protección civil recreando un hospital de campaña, pero se ha recurrido al típico uso en las producciones españolas de los abusivos cruces de figuración que saturan la escena. Es como "el cuento de la buena pipa" que se hace interminable. En vez de ambientar de forma verosímil la cantidad aproximada de personal adecuado siguiendo el contexto de la historia, parece el Primark en las rebajas de un 7 de enero…


Una serie que se disfruta, libre de implicaciones ideológicas, un guion impresionante y una dirección que ha sabido encajar todas las piezas para conseguido el objetivo de toda producción de éxito:

"No contar una historia, si no, mostrar una vida".


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